Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Siendo Joseph Conrad un innovador de la prosa inglesa, no podía ofrecernos en Crónica personal una autobiografía convencional. Publicada por primera vez como una serie en The English Review (1908) bajo el título Algunas reminiscencias, en esta obra se narran las anécdotas más representativas de las dos vidas de su autor: cómo fue la que dedicó al mar y cómo es que ésta lo condujo a la de escritor. Aquí se plasman impresiones de sus viajes por Europa, África y Asia, recuerdos familiares, dificultades e inspiraciones en la creación de sus escritos, y vivencias relacionadas con su crecimiento profesional; es particularmente significativo observar, a lo largo del texto, la gestación de su novela La locura de Almayer. El estilo es pulcro; el tono, íntimo, con un matiz irónico en ocasiones, y los acontecimientos se presentan de forma peculiar: un relato lleva a otro sucedido años antes o años después, para luego volver al punto inicial, produciéndose así una sensación de cercanía: la ilusión de mantener una conversación con el autor.
En esta edición se incluye el Prefacio familiar, elaborado para la primera publicación del libro como tal (1912), y la nota que Conrad agregó en 1919 con el fin de aclarar ciertos comentarios acerca de su preferencia por el inglés como lengua literaria y de las influencias raciales e históricas en sus escritos.