Blaise Pascal (1623-1662) hombre de su tiempo, concilió el estilo del pensamiento directo con el arte de una retorica persuasiva, que empleaba a un tiempo la paradoja, el asombro y la sorpresa. Esta caracterÃstica estarÃa presente por igual en los dos objetos de su estudio: las ciencias fÃsicas y la antropológica cristiana.
La arena errante mide el paso del tiempo encerrado en una burbuja de cristal. Es también la materia de que están hechas las dunas del desierto y los médanos de la playa. Su incesante transformación engendra y devora, marca nuestra historia pública y personal. "En cierto períodos de la historia", dice Joseph Brodsky, "sólo la poesía -la suprema versión del lenguaje- es capaz de tratar con la realidad gracias a que la condensa en algo asible, algo que l amente no podría captar de otra manera." La arena errante llega al comienzo de un siglo y al final de otro, de imensas realizaciones en todos los campos pero también de muerte y exterminio, el siglo que más vidas ha cancelado en nombre de la exaltación de un "nosotros" y la cancelación de un los "otros". Aquí la especie humana aparece en toda su desnudez y con todo el sinsentido de sus infamias entre las llamas de la historia y la arena del tiempo. Pero también hay una celebración del privilegio de estar vivos y el asombro ante la frescura y la vitalidad que se renuevan y triunfan cada día.
La arena errante es el más reciente libro de José Emilio Pacheco y el número doce de una serie iniciada en 1963 con Los elementos de la noche. La incesante variedad de temas y de sus formas, el ejercicio del derecho de escribir acerca de todas las cosas en una versificación española que aspira, aun en los poemas extensos, al laconismo y la armonía del haikú y la concisión y velocidad de los epigramas griegos figuran entre los rasgos que hacen de La arena errante el más consumado y entrañable de sus libros.