Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
En Mantequilla, champaña y otros antojos para fiestas, funerales y fantasmas, Erika, mediante las imágenes nítidas que apelan a todos los sentidos y a las cuales nos tienen acostumbradas, una vez más nos hace partícipes sensoriales de sus relatos.
Cada uno de estos cuentos es un bocadillo que se cata, se goza y, de inmediato, se quiere paladear el siguiente.