Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
La bienamada (1867) es una de las operaciones más osadas de Hardy y, en su engañosa simplicidad, una de las más cifradas. El joven escultor Jocelyn Pierston se nos aparece, al principio, como el último descendiente de la noble estirpe de los héroes romanticos: soporta una avasallante nostalgia de amor, esa eterna nostalgia masculina por la divinizada, la diosa, la única; busca, encuentra y abandona a diversas mujeres, se lanza a hacer largos viajes, fantasea, triunfa como artista, emprende discursos, se cruza -sin alcanzarlas jamás- con tres generaciones de Avicias -madre, hija y nieta-, de cuya existencia consigue por un momento participar de manera tan íntima.