Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
Es media noche, en medio de un cementerio un hombre persigue a una mujer: es el cementerio Père-Lachaise, en París, y la mujer es su pareja sentimental de los últimos meses. Mientras recorremos las tumbas de personajes famosos descubrimos que Alfredo ha estado ahí antes durante un catastrófico viaje de luna de miel; que él sabe la calidad de los personajes enterrados ahí porque habla con ellos y porque está completamente drogado. Al llegar a una tumba lee el epitafio y la fecha, se da cuenta que es el día de su cumpleaños y que es precisamente ese mismo día en el que se encuentran ahí, no ha sido una casualidad, es una trampa, comienza a llover. Esta escena da pie a una historia que narra cómo el protagonista llegó a ese lugar y a esa situación. Contada en clave de auto-ficción, el autor se inventa un personaje con el que comparte el nombre y algunas características. Alfredo Peñuelas está aburrido de su existencia anodina, inconforme perpetuo con su ser. Lleva consigo su diario, "Reflexiones sobre la orfandad de la muerte", donde trata de encontrar explicaciones a lo que le rodea, una suerte de libro de ensayos personales y reflexivos donde habla de temas que van desde la fotografía hasta la pedofilia. Literatura, viajes, sexo, rock and roll, drogas y brujería se entrelazan para que el destino termine por alcanzar al personaje y le dé respuesta a esa pregunta existencial: ¿qué es lo que buscas cuando buscas?