Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En Post Scriptum Triste, Federico Cambell (Tijuana, 1941) adopta la forma del diario literario y presenta diversas meditaciones que a lo largo de unos quince años (de 1977 a 1992), entretenido en el periodismo, fue retenido en sus archivos.Los textos, divididos por asteriscos y sin fechas, fluctúan entre uno de dos o cinco líneas y otros de siete o nueve cuartillas, y en su conjunto quieren seguir como modelo el Journal, de Jules Renard, el Diario en público, de Elio Vittorini, o el Diario romano que en 1947 Vitaliano Brancarti empezó a publicar en las páginas de Tempo ilustrato, pero terminan por parecerse más -toda proporción guardada- a Negro sobre negro, de Leonardo Sciascia, por organizarse a la manera de un diario literario, sin serlo en sentido escrito.