Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
Gustav Fechner (1801-1887), pionero de una psicofísica que buscaba establecer una correlación entre los estímulos físicos, las sensaciones y el alma, presenta en La cuestión del alma, menos una definición del alma que consideraciones sobre sus múltiples manifestaciones y la creencia que ellas inspiran. Estas manifestaciones del alma, fundamentalmente tomadas desde la sensibilidad, no son ningún privilegio de los humanos. Retomando argumentos de varios de sus libros anteriores (Nanna y Zend-Avesta principalmente), vuelve a mostrar aquí cómo las plantas sienten sin nervios, y cómo, en tanto brotan, se orientan, eligen, tienen sexualidad, se diferencian y se relacionan, tienen alma. La vida de una planta es más cercana a la de un animal despierto que la de un animal durmiente o de un embrión. Así se desenvuelven los argumentos, por analogías y diferencias. ¡Simples analogías! dirán sus adversarios; sí, meras analogías, asentirá Fechner, pero analogías cuidadosamente llevadas. Analogías ligadas a puntos de vista singulares, a cierta mirada transversal, hasta a visiones Fechner habla de cuerpos y de almas pero redistribuyéndolos hasta límites extremos en un extraño mundo de umbrales.