Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Cuando una camarilla se adueña del poder público utiliza en beneficio de los suyos argumentos históricos para construir discursos ideológicos que justifican su ejercicio del poder en contra de las mayorías. Así, éstas son despojadas de su conciencia colectiva y sus opresores se presentan como representantes de todo el pueblo o de su mayoría, de los intereses generales o del bien común. Hoy en México somos testigos de este uso manipulador de la historia de la manera más burda, vulgar y descarada en discursos legitimadores plagados de mentiras y verdades a medias, pero ahora, dicen, con la finalidad de desmitificar la historia. Pedro Salmerón combate esta falsificación exhibiendo a aquellos falsos desmitificadores y muestra que sus interpretaciones están montadas en mentiras mondas y lirondas, en patrañas, calumnias y falacias, es decir que simplemente inventan, falsifican. En este libro se reúnen artículos en los que el autor demuestra que si hoy se intenta hacer de Hidalgo un sanguinario sin ideas, de Juárez un vende patrias, de Zapata un reaccionario y de Villa un bandolero sin bandera es porque de este modo están tratando de justificar la política de mano dura contra los pobres, la impunidad de los poderosos y el gobierno lejano del pueblo. Quieren hacernos creer que los estudiantes, maestros e indígenas que luchan contra la imposición de las llamadas reformas estructurales no se movilizan por convicción sino que son manipulados por conspiradores o vividores.
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