Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Las tres obras reunidas en este libro, ganadora y finalistas del Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo 2011, reflejan desde distintas búsquedas individuales, los comportamientos y las preocupaciones contemporáneas. Terminal (Axolotl) de Diego Álvarez Robledo, y Kalashnikov de Ángel Hernández, por ejemplo, nos muestran hasta donde pueden llegar las relaciones sociales y de pareja en su faceta más oscura; paradójicamente, los escenarios y circunstancias son distintos --los personajes pueden estar en el Xochimilco actual o en el Moscú del siglo XX-- pero los sentimientos de amargura y desencanto son parecidos. Por otra parte, en Un buen día para vivir de Felipe Rodríguez, conocemos el lado conmovedor del ser humano, cuando se enfrenta a los temores y sentimientos que desata una enfermedad mortal dentro del núcleo familiar.