Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
La princesa Casamassima constituye, junto con Las bostonianas y La musa trágica, la parte central de un tríptico novelesco que James dedicó a cuestiones sociales. De estas tres obras, La princesa Casamassima es la que tiene un tema más audaz, como para sobresaltar a los habituales lectores del novelista: una historia centrada en las clases bajas londinenses, de conjurados que quieren subvertir el orden establecido a través de la violencia. Hyacint Robinson, un modesto encuadernador del Soho londinense, participa de una conjura revolucionaria, y conoce a una princesa napolitana de irresistible atractivo que está dispuesta a renunciar a todo para ponerse al servicio de la causa de los desheredados. A partir de esta situación se desarrolla una intriga magistral, con toda la penetración psicológica y las ambiguas sutilezas propias del escritor. Por su temática y la agudeza de sus observaciones en relación a la política, el anarquismo y el compromiso individual, esta novela no puede dejar de compararse con El agente secreto de Joseph Conrad y Demonios de Dostoievsky.