Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
¿Por qué el monstruo de la intolerancia habitó en el fango de las cavernas ocupadas por los primeros cristianos? ¿Por qué de estas cloacas en donde se alimentaban pasó a las escuelas de Alejandría, donde estos medio cristianos y medio judíos enseñaban? ¿Por qué se instaló tan rápidamente en las cátedras episcopales y se sentó en el trono junto a los reyes que se vieron obligados a hacerle lugar, y que muchas veces fueron precipitados por él desde lo alto de sus propios tronos? Antes de que este monstruo naciese, no habían existido guerras religiosas sobre la tierra, ni tampoco querellas sobre el culto. Nada es tan cierto; los más destacados impostores que escriben en contra de la tolerancia no deberían atreverse jamás a cuestionar esta verdad.