Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
Un padre invasor, preocupado hasta la angustia por la felicidad de su hija, alterna los excesos de atención con los reproches, de una manera tan torpe como, finalmente, conmovedora. Valérie Mréjen demuestra de nuevo en esta novela su apabullante virtuosismo para captar los clichés del lenguaje familiar, sus ritmos y sus matices de tono, y una soberbia capacidad para sacar punta a los detalles de la vida diaria. Baña la novela, además, un desapego tan sólo aparente, bajo el cual se adivina la emoción, que es apenas, sin embargo, un rastro sutil, como ese perfume que da título al libro y, provocando un ejercicio de memoria olfativa, nos hace pensar también en nuestro propio padre y en la colonia que usaba.