La poesía de Jorge Souza se inserta en una subjetividad cotidiana. El territorio principal donde acontece la vida es el cuerpo. Hay un diálogo interno que se extiende a las manos, se cuela por los párpados, se refugia en el vientre, se dilata en las venas. El ritmo acompasado de los versos es un eco de latidos pausados sólo en instantes interrumpido por el incendio.