Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La muerte prematura de Manuel de Jesús González Serrano, a los cuarenta y tres años de edad, cerró un capítulo singular del arte mexicano. En su muerte influyó no sólo su precaria salud, sino el hecho de no haber sido valorado como el gran artista que fue ni por el público de arte ni por el medio cultural. Pintor innovador, hombre torturado por su inmensa capacidad creadora, artista que nos legó obras de singular belleza y fuerza expresiva, hoy sus obras sin apreciadas tanto por críticos y coleccionistas como por el público general, y constantemente participan en exposiciones colectivas a pesar de que han tardado en recibir el reconocimiento que merece. Su visión antropológicamente del arte fue hasta cierto punto pesimista pero también innovadora, en el sentido de plasmar por medio de su pintura el retrato psicológico del hombre contemporáneo.