Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Algnos nombres se han vuelto emblemáticos de la etapa en que la arquitectura moderna en México encontró su consolidación: Juan O'Gorma, José Villagrán, Enrique del Moral, Mario Pani, Luis Barragán, Enrique de la Mora y Féliz Candela, por ejemplo. Pero sabemos menos de quienes propiciaron la implantación de nuestro Movimiento Moderno en la arquitectura.Y aquí conviene recordar a Nikolaus Pevsner, cuyo Pioneros del diseño moderno mostraba en 1936 que la arquitectura moderna no había nacido con la primera posguerra, hacia 1919, como ya se había vuelto constumbre pensar, y que tampoco sus primeros nombres eran Le Corbusier, Mies van der Rohe o el Walter.