Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
"De viva voz se escucha aquí hablar a los protagonistas de un buen trozo de nuestra cultura universal. Gente del siglo que acaba de transcurrir. Algunos son sobrevivientes llegados a la creativa vejez. Otros la mayoría, irremediablemente desaparecidos -es un decir, puesto que continuaban enteros y perdurables en las páginas de sus libros [...].""Siempre es un placer oír hablar a los que para vivir han escrito o han escrito para vivir [...] No es frecuente , pero si muy estimulante para el famoso encontrarse una tarde con un preguntón que sabe de sus obras , de sus manías , de su credo ideológico y político , y con quien es posible de veras enredarse en una jugosa conversación""Éste es el caso de Ignacio Solares -escritor también como sus entrevistados- que antes que valerse de los lugares comunes del reportero ignorante, sabe tirar la hebra de la plática para convertir en eso, en una plática, la entrevista solicitada oficialmente, o ganada a pulso tras una búsqueda febril [...]""Son dieciocho capítulos de un libro afortunado. Vale la pena disfrutarlo y subrayarlo porque en la voz de este grupo de notables -no hay figuras de paja- se alcanza escuchar rumor de claves literarias, sociales, políticas, ideológicas, dictadas por el cerebro que nos piensa".