Manjar distintivo de la nobleza maya y don refinado para sus deidades, el cacao se constituyó en una de las drávidas más preciadas del Nuevo Mundo al resto de la humanidad. Como muestra las degustaciones históricas que ofrece este libro, en su lugar tránsito de los paladares americanos a los europeos experimentó distadas domesticaciones culturales, que modificaron el universo sensorial que desde antiguo lo caracterizaban: nuevos olores, sabores, texturas y elementos acompañantes. No obstante, mantuvo su cualidad sacra incluso al ser bautizado con nombre griego: Theobroma, alimento de dioses.
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