Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
"He dudado tanto en escribir estas páginas, es que yo tenía algún motivo de vida para encerrar en el interior los secretos de mi pobre vida: No, es que la pereza me consume, es que hay algo pesado como el plomo que embarga mi cerebro. Decididamente, el tedio mina mi existencia, el desengaño ha segado en flor mis esperanzas, tengo hielo en el corazón".Con estas líneas comienza Altamirano, en 1869, sus diarios; tienen treinta y cuatro años y como buen romántico se siente acabado.