Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
"Vuelvo a ocupar mi asiento en la redacción del Siglo XIX, sólo para escribir Revista de la Semana, como lo hice el año antepasado, acompañando al ilustre Zarco, que era entonces el redactor en jefe de este periódico.Ya se conoce el carácter de estos mis humildes artículos. Hablo en ellos de los acontecimientos notables ocurridos en México durante la semana; paso revista a los teatros y anuncio las publicaciones nuevas, emitiendo, aunque con mi natural timidez, un juicio sobre cada una de ellas.La política no es asunto de mis revistas. Así que los lectores del Siglo XIX encontrarán en ellas, así como pudieron notarlo en las que publicaba El Renacimiento, una absoluta y perfecta abstención sobre tal materia, pues mi objeto, al entretener a mis lectores un rato del domingo, es puramente abrir un paréntesis entre las preocupaciones que produce la cosa pública".Ignacio Manuel Altamirano, 16 de enero de 1870