A contracorriente de la imagen que habitualmente nos hacemos de Nietzsche, la de aquel pensador arrebatado y furioso, martillando aquí, blasfemando más allá, lanzando bocanadas de fuego a su paso, este libro pretende sumar a esa imagen indeleble otra imagen, la del despierto, tomada a préstamo de la imaginería budista, pero presente en muchos tramos de su obra.