El autor sostiene que la economÃa y la literatura tienen puntos de contacto y para demostrarlo aborda los siguientes temas: el origen histórico de la filosofÃa y del dinero acuñado, asà como la postulación bivalente que afirma que las palabras señalan cosas concretas y que el dinero implica la posibilidad de obtener bienes si aceptamos que la literatura es valorable.
La lectura de estas páginas nos pone en contacto con la sacralidad del arte. Ruskin fue capaz de superar el síndrome de Stendhal para destilar una de las mejores obras de estética que se hayan escrito.