Éste es el testimonio de un habanero descreído. Un hombre que regresa extenuado de un largo camino que finalmente no lo condujo a sitio alguno. Pero no es pesimista. Pedro Juan sabe que tiene que seguir adelante. Y lo mejor es hacerlo sonriendo, a golpe de ron, música y sexo. Pedro Juan Gutiérrez hace catarsis en este libro, duro y en gran medida autobiográfico, que reúne tres libros de cuentos: Anclado en tierra de nadie, Nada que hacer y Sabor a mí. Un lenguaje fuerte y apretado es el único capaz de expresar la rabia de quien habita en el vórtice del huracán. Pedro Juan vive al borde del precipicio. Marginal, aunque su covacha está en el corazón de La Habana de hoy. Disecciona sus alrededores con habilidad de cirujano experto. Sin temor hinca su bisturí afilado, escarba en las entrañas, y lo revuelca todo, irrespetuosamente: sexo, hambre, política, erotismo, desencanto, anhelos, ron y buen humor. Éste es el testimonio de un habanero descreído. Un hombre que regresa extenuado de un largo camino que finalmente no lo condujo a sitio alguno. Pero no es pesimista. Pedro Juan sabe que tiene que seguir adelante. Y lo mejor es hacerlo sonriendo, a golpe de ron, música y sexo. Pedro Juan Gutiérrez hace catarsis en este libro, duro y en gran medida autobiográfico, que reúne tres libros de cuentos: Anclado en tierra de nadie, Nada que hacer y Sabor a mí. Un lenguaje fuerte y apretado es el único capaz de expresar la rabia de quien habita en el vórtice del huracán. Pedro Juan vive al borde del precipicio. Marginal, aunque su covacha está en el corazón de La Habana de hoy. Disecciona sus alrededores con habilidad de cirujano experto. Sin temor hinca su bisturí afilado, escarba en las entrañas, y lo revuelca todo, irrespetuosamente: sexo, hambre, política, erotismo, desencanto, anhelos, ron y buen humor. Escrita con un ritmo implacable, a medio camino entre la exuberancia tropical y la negra desolación de un Bukowski, la Trilogía sucia de La Habana es un deslumbrante conjunto de relatos orquestados como una novela.
Arvid Falk, un joven idealista y generoso, deja su empleo para dedicarse a la literatura militante. Al cabo de muchas experiencias amargas, vuelve a su vida de empleado y, ya sin ilusiones, dedica sus horas libres a la numismática. A la figura de Arvid se contrapone la de su hermano, Carl Nicolaus, mezquino e hipócrita aunque con un fondo de humanidad verdadera. Una serie extraordinariamente incisiva de retratos de personajes y ambientes de la sociedad sueca de finales del siglo XIX completan el impresionante edificio narrativo de la novela: figuras de la vida bohemia, periodistas sin conciencia y sin escrúpulos, señoras ociosas, envidiosas y vanidosas que se dedican a la beneficencia, mujercitas corruptas que fingen el amor, editores incultos e intrigantes, comerciantes usureros y clérigos rapaces. Y, en medio de la sordidez ambiental, El salón rojo, un rincón de un bar de Estocolmo, se convierte en alegoría de la salvación del hombre.