Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En la primavera de 1832, décadas después de que la aristocracia francesa huyera de la Revolución, Flora, hija de emigrados, regresa de Inglaterra a Aquitania para volver a abrir Margelasse, el castillo de su familia. Nicolás Lomont, notario, de treinta años se enamora de ella nada más verla. Pero Flora no puede corresponderle, pues su corazón pertenece a otro. Es el propio Lomont quien, ya anciano, nos cuenta una historia de pasión y triángulos amorosos que casi le hizo perder la razón. Una tormenta inmóvil rebosa romanticismo y melancolía. Con una prosa de engañosa sencillez, Sagan construye, a su inimitable manera, una intriga a la vez elegante y cruel.